Terapia Individual

LA TERAPIA INDIVIDUAL Y LOS TRASTORNOS MÁS FRECUENTES EN CONSULTA

 

La terapia, es un proceso a través del cual la persona guiada por un profesional debidamente cualificado y acreditado, adquiere una serie de herramientas que pone al servicio de su propia vida para superar y dominar situaciones que le  provocan gran cantidad de sufrimientos y frustraciones.

 

 Esos sufrimientos y frustraciones, aparecen bajo distintos diagnósticos y síntomas. Los más habituales son, ansiedad, miedos, angustia, obsesiones y fobias, depresión, duelos, dependencia emocional, trastornos de personalidad y otros desajustes que con la ayuda adecuada y una voluntad férrea de cambio, permite que la persona pueda normalizar pautas en su vida que la conduzcan a la estabilidad emocional y dependiendo de las circunstancias, a un proceso de crecimiento personal, buscado y consciente.

 

¿QUÉ ES LA ANSIEDAD?

 

En principio para definirla, tendríamos que distinguir entre ansiedad normal y patológica.

 

La primera de ellas, es sana, nos empuja a reaccionar para que podamos ajustarnos a las nuevas necesidades del contexto, por ejemplo, nos ponen un examen por sorpresa, nos ponemos nerviosos y ante el temor al fracaso, me organizo y estudio para aprobar dicho examen. Esa ansiedad, nos ha hecho  reaccionar favorablemente, nos ha puesto en acción y gracias a ella, puede incluso que apruebe la asignatura.

 

Por otro lado, debemos hacer especial mención a la ansiedad patológica, aquella que lejos de hacerme reaccionar favorablemente, me bloquea, me hace querer huir o escapar de situaciones que no deseo.

 

Como veis, los mecanismos son distintos, uno es adaptativo, el otro no. Detrás de ambas, suele encontrarse el miedo, de igual forma tras la primera, el miedo es normal, y tras la segunda, el miedo es patológico.

 

Las sensaciones que experimenta la persona ante el segundo tipo, son sumamente desagradables, sintiéndose en ocasiones impotente, fuera de control e incluso, sensación de inutilidad e incluso de muerte inmediata.

 

Los trastornos de ansiedad, crisis de angustia, trastornos obsesivos compulsivos y las distintas fobias, están diagnosticadas como tipos de trastornos de ansiedad significativamente limitantes e incapacitantes para la persona, tanto a nivel laboral, familiar, relacional como personal.

 

Por parte del profesional un verdadero compromiso con la evolución y cambio de la persona, una adecuada metodología y herramientas  y por parte del paciente, la responsabilidad con su recuperación, son suficientes, que no es poco, para un adecuado ajuste a una vida normalizada.

 

¿QUÉ ES LA DEPRESIÓN?

 

La depresión, es un trastorno del estado de ánimo que los manuales diagnósticos distinguen entre  depresión mayor o menor y episodios depresivos, variando las dos primeras en función del número de síntomas que aparecen y las segundas en la estabilidad en el tiempo de dichos síntomas.

 

Sus síntomas son, decaimiento, falta de interés y entusiasmo, distorsión a la hora de interpretar hechos,  pérdida de energías, trastornos del sueño, falta de apetito, cambios de peso o apetito, tanto para más como para menos,  disminución o aumento de la actividad motora, es decir, o hago muchas cosas o no hago nada, sentimiento de inutilidad o culpabilidad, visión negativa de uno mismo, del mundo, del futuro y en los casos más severos, ideaciones suicidas. No todos los síntomas aparecen ni tan siquiera tienen que darse simultáneamente, lo que sí es digno de mención, es que estos síntomas deterioran significativamente la vida de la persona en todas sus facetas.

 

Es importante destacar la distimia, como un trastorno del estado de ánimo, cuyos síntomas son muy parecidos a los de la depresión y el deterioro de la persona también es elevado. La principal característica de esta patología, es la estabilidad en el tiempo de sus síntomas, duración superior o igual a dos años. Puede ser traducido como melancolía, o apatía.

 

En ocasiones, el origen o la causa de estas patologías, está perfectamente localizada, el fallecimiento de un familiar, una ruptura de pareja, problemas laborales etc, es lo que se llama factores desencadenantes. Por el contrario, cuando la causa no está definida, puede que con mayor probabilidad, esté actuando los factores predisposicionales, como la genética, traumas infantiles, esquemas disfuncionales  o ciertas estructuras de personalidad. Es importante indicar que la genética per sé, no es un factor determinante. Cuando intervienen traumas infantiles, es importante trabajar la situación y encauzarla en la vida adulta y cuando se trate de los dos últimos; esquemas disfuncionales a la hora de interpretar hechos, tomar decisiones o rasgos de personalidad desadaptativos, debemos  ayudar al paciente a tomar conciencia de su responsabilidad en su sufrimiento y ayudarlo a abordar un cambio consciente en su vida. Esto permitirá la reinterpretación de las situaciones que han provocado el malestar y empoderará al paciente, haciéndole sentir que el cambio de vida, depende cada vez más de él y de su visión del mundo, que de los acontecimientos que vivimos.

 

LOS DUELOS Y LAS PÉRDIDAS

 

El duelo, es un proceso psicológico, afectivo y conductual que aparecen tras una pérdida afectiva significativa para nosotros. Es un proceso siempre doloroso y lo que pretende es adaptar a la persona a la nueva situación. Durante los procesos de duelo, se presentan síntomas de ansiedad, angustia, miedo, incertidumbre, ánimo depresivo etc. Esta sintomatología podemos encuadrarla como normal, es decir como vivencia natural tras la pérdida, o como patológica, si los síntomas aparecen con intensidad suficiente y con duración en el tiempo superior a dos años. Hablamos entonces, de duelos patológicos, y son frecuentes aquí las pérdidas del deseo de continuar sin el ser querido, y las ideaciones  suicidas.

 

El duelo normal, no necesariamente requiere la ayuda de un profesional, el sentimiento de acompañamiento de amigos y familiares pueden ser suficientes para concluir el proceso en la aceptación. El duelo patológico, requiere de la ayuda de un profesional que sea capaz de desprender a la persona del sentimiento de culpabilidad, o de rabia y a avanzar respetuosamente hacia la aceptación de la pérdida del ser querido, que en caso de divorcio o separaciones, pasa por aceptar y normalizar la vida tras la ruptura y en el caso de la  muerte; no es el olvido, sino entrar en la vivencia del agradecido recuerdo, de la satisfacción por lo compartido y de la gratitud por haber podido disfrutar de un ser capaz de hacerme sentir amado. 

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